Carta del Obispo Robert McElroy sobre el impacto del Coronavirus

Abajo podemos ver el mensaje del Obispo a sacerdotes, referente al impacto del coronavirus en la vida parroquial. Los puntos sobresalientes son; (1) La obligación de asistir a misa es dispensada, lo cual significa que nadie tiene que ir a misa, efectivo inmediatamente y (2) Empezando el lunes, marzo 16, todas las misas públicas diarias y misas de fin de semana quedan canceladas, lo mismo que las clases de educación religiosa.

I will post additional information in the coming days regarding how we can stay connected to Jesus and one another in light of these restrictions.

Estaré poniendo información adicional en los próximos días referente a la manera en la que podemos estar conectados con Jesús y con los demás a pesar de estas restricciones.

Estimados Hermanos(as) en Cristo:

En la primera lectura de hoy del Libro de Éxodo, atestiguamos cómo la gente de Israel lucha con los desafíos y las gracias, el sufrimiento y los triunfos, los momentos de esperanza y completa frustración que marcó su travesía de 40 años a través del desierto hacia la Tierra Prometida.

En cada Cuaresma, este viaje histórico de los israelitas es el símbolo del Pueblo de Dios en nuestra propia época tratando de seguir el camino del Señor entre la incertidumbre y obstáculos que se encuentran alrededor de nosotros en el mundo moderno. Pero en esta Cuaresma, en este momento, nuestro camino cuaresmal ha tomado nuevas dimensiones porque enfrentamos una pandemia global que, por un tiempo, cambiará dramáticamente nuestra vida normal y nos llama a un sentido más profundo de sacrificio y fe. En estos 40 días viviremos penitencias cuaresmales que no escogimos y no entendemos completamente su necesidad.

La gran tentación de los judíos en la tierra salvaje fue el de temor y de pánico, un pérdida de confianza y comunidad. Y en estos días en los que una enfermedad se está extendiendo y tenemos pérdidas económicas, parece que el temor nos rodea – temor de enfermarnos, temor por la salud de nuestros seres queridos, temor por nuestra seguridad económica y de nuestras familias, y el temor que viene de saber que para algunos de los más vulnerables entre nosotros, esta pandemia cobrará sus vidas.

El más fuerte antídoto para el temor en estos momentos está basado en comprender que para nosotros, como gente de fe nos enfrentemos a la misma pregunta que los Israelitas se hacen en la lectura de hoy del Libro de Éxodo: “¿Está el Señor entre nosotros o no?”

Y así el vivir de la Cuaresma este año nos provee un trasfondo más iluminante para la carga que cada uno de nosotros, individual, colectiva y globalmente, enfrentaremos en las próximas semanas.

Las experiencias que cambian drásticamente nuestras vidas son las que revelan poderosamente nuestra definitiva dependencia en el Dios que creó cada bendición que conocemos en esta vida y que nos sostiene con un amor tierno, personal y sin límites.

Es nuestro vínculo con Cristo sufriente lo que nos consuela con una fortaleza especial al acercarse el Viernes Santo en medio de las adversidades que vienen que nos pudieran vencer.

Y es el reconocimiento transformativo de que Cristo ha resucitado de la muerte lo que nos revela el poder inmenso de la esperanza para nosotros y para el mundo.

“¿Está el Señor entre nosotros?” Nuestro enfático “sí” a esta pregunta no solo es una aceptación mental sino una convicción que refleja nuestra respuesta personal a los desafíos que vienen, siendo ésta la vivencia Cuaresmal más grande que podamos realizar en estos días para mostrar los valores fundamentales de nuestra fe como testigos en el mundo.

Fueron las dificultades y la fe de los judíos durante su travesía en el desierto lo que los formó como pueblo. Y en estos días de desafíos para nuestra sociedad y nuestro mundo, tenemos la oportunidad de hacer más noble tanto nuestro país y nuestro mundo respondiendo continuamente con generosidad al egoísmo, con compasión a la insensibilidad y con esperanza al temor.

Quedo de ustedes con los mejores deseos,