Un Tiempo de Crisis
/Este domingo es un domingo único y especialmente triste, algo que recordaremos siempre: el día en que dejamos de tener misas públicas en la Iglesia. Debe dolernos a todos. Buena ocasión para pedirle perdón a Dios por haber visto las misas como algo simple y ordinario, démosle gracias desde el fondo de nuestros corazones, por el milagro de la misa y roguemos para que pronto podamos reunirnos otra vez a celebrarlas todos juntos aquí.
La crisis es muy real y seria. Hace unos días que el Centro de Control de Enfermedades,usando las experiencias de otros países y con la ayuda de los mejores científicos del mundo, dijo hasta dónde podría llegar esta pandemia si no se toman medidas serias para frenarla: entre 160 y 214 millones de personas, en los EE. UU. solamente, contraerán la enfermedad en el lapso de un año; dando como resultando entre 200,000 y 1.7 millones de muertos Además entre 2.4 y 21 millones necesitarían ser hospitalizados, pero advierte que tenemos menos de 1 millón de camas disponibles en todo el país. Así que entre 1.4 y 20 millones no podrían ser hospitalizados.
¿Qué ha pasado en Italia? El COVID-19 ya sobresaturó su sistema médico. A los pacientes más ancianos se les niega el cuidado, y tienen que decidir quién sí o no puede ser tratado basado en disponibilidades. Por otro lado han bloqueado todo el país, y todos los servicios públicos están clausurados menos venta de comida y servicios médicos. Tienen restricciones muy severas aun para viajar dentro del mismo país.
Por eso es que es nuestra responsabilidad cooperar con las reglas oficiales para frenar la expansión de contagios. Hacemos esto, no por miedo, sino por caridad y justicia a los demás miembros de nuestra sociedad, especialmente a los más vulnerables. Yo personalmente no tengo miedo de morir. Quizá tú tampoco. Pero nadie tiene derecho a arriesgar la salud de otros. Por eso, si empiezas a toser, tienes fiebre o no te alcanza el aire, quédate en casa. Practiquemos las recomendaciones sobre la higiene, mantengamos nuestra distancia de los demás y limitemos estar en situaciones donde haya mucha gente.
El padre Anthony, en una junta, nos compartió la historia de la plaga de Cipriano en el siglo III. Cipriano es un santo que fue obispo. Él no empezó esa plaga pero la documentó muy bien y por eso le pusieron su nombre. La mortandad de esa plaga era del 30% en la mayor parte del Imperio Romano menos en las áreas predominantemente cristianas donde era del 10%. Y esto era porque los cristianos sí cuidaban de sus enfermos mientras los paganos los dejaban morir. También los cristianos mostraban una gran confianza en las promesas de Dios sobre vida eterna, aun en medio de tanto sufrimiento y muerte. Por eso fue que después muchos se convirtieron al cristianismo al haber visto esas muestras de confianza, paz y hermandad.
Cuando hay una crisis algunos actúan de una manera egoísta, como los que compran enormes cantidades de papel del baño, que no tiene nada que ver con el problema. Nosotros como cristianos tenemos que actuar con amor cristiano para todos los demás. Como no podemos orar reunidos en gran número en la iglesia, tenemos que convertir nuestros hogares en verdaderas iglesias domésticas, como se supone deberían haber sido siempre.
Practicar la caridad, el amor. Por ejemplo, llamando a los ancianos que tienen miedo a salir y preguntarles si necesitan algo, como comestibles, y ayudarles a conseguirlos. La parroquia hará esto. También vamos a incrementar nuestra presencia en línea, en el internet, para poder estar en contacto con todos ustedes y buscar maneras de practicar nuestra fe milenaria.
En inglés ya empezamos y lo haremos también en español empezando esta misma semana. El medio más práctico es con “flocknote”, que es un sistema donde enviamos un mensaje de texto, a sus celulares personales, con un enlace a un sitio en el internet (“blog”) donde se ofrece la información de una manera más amplia y clara. Algunos de ustedes ya son parte del sistema, pero si no recibiste ningún texto anoche asegurando que todavía tendríamos misa este domingo, entonces no estás en el sistema. Todavía pueden inscribirse. A la salida tendremos hojas donde podrán escribir su nombre y el número de su celular. La intención es de enviar un mensaje de texto solamente cuando nueva información sea agregada al sitio (“blog”).
¿Recuerdan que el padre Anthony dijo en su homilía el Miércoles de Ceniza: ¿qué es esa mancha en la frente? Pues es el recordatorio de que soy pecador, que estoy muriendo cada día, y que lo más importante en mi vida por ahora es ponerme en buenos términos con Dios”. Parece que Dios nos está recordando ese consejo con todo lo que está ocurriendo, pero de una manera mucho más fuerte que puras palabras. Consideremos seriamente ese consejo divino, aprovechando el nuevo horario de Reconciliaciones que empieza esta semana. Más detalles estarán disponibles en español pronto.
Oremos con confianza. Que Dios intervenga para que sea menor la severidad. Cuando David oró, Dios paró la plaga que sufría Israel. La reina Ester oró para evitar el holocausto planeado contra los judíos viviendo en Asiria, y éste no ocurrió. Oremos para que Dios nos llene de sabiduría, de valentía y de amor. Para ser luz como fueron nuestros antepasados durante los tiempos de plagas. Oremos por todas las víctimas de este virus. Por los trabajadores de la salud que se sacrifican tanto. Por los líderes civiles que deben sentirse abrumados. Por los que están perdiendo ingresos o sus trabajos. Por los que tienen miedo de qué vaya a pasar.
Dijo Jesús en el evangelio de hoy: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna”.
La mujer buscando el agua ordinaria simboliza a la humanidad, tratando de encontrar felicidad en las cosas materiales, cuando nuestra sed más profunda puede ser satisfecha solamente por Dios. Estamos aprendiendo de nuevo qué tan frágiles son las cosas, como una bolita de cristal dice el canto. Nos damos cuenta de que con todos nuestros avances tecnológicos y toda nuestra prosperidad material, no podemos prevenir un desastre.
Esperemos, oremos para que más gente se dé cuenta y empiece a reconocer otra vez ese deseo por lo trascendente, por lo eterno, que ha estado siempre escondido en sus corazones. Que vuelvan, busquen y encuentren a Jesús, la fuente de agua viva que sí sacia ese deseo.